Globos

Como si se hubieran desinflado los globos que ayer, repletos de helio, ondeaban en el cielo azul. ¡Qué coloridos eran entonces! ¡Qué vivos! ¡Qué hermosos! Hoy, sin embargo, los mismos de ayer se me antojan marchitos. Y no sé si es cuestión de aire o de mi mirada, que ya no es la misma. Quizás sólo sea que no los alcancé a tiempo, que no pude volar hasta situarme a su altura. ¡Qué apagados ahora, lánguidos, vacíos sobre el suelo! ¡Qué tristes, qué solos! Pero no suelto la cuerda, aún así. La aprieto entre mis dedos como si esperara que volvieran a flotar de nuevo. Como si soltarla implicara perderlos para siempre. Y no quiero, me niego a perder ese brillo que alguna vez tuvieron. Qué tristes los finales, por vencidos que estén. Qué definitivos, qué rotundos. Yo lo que quiero es un principio eterno. De brillantes globos de colores y cielos azules de nubes blancas. Yo lo que quiero es quedarme suspendida en el aire y no pisar jamás el suelo. Cerrar los ojos con fuerza para que esos viejos globos desinflados sigan flotando así en mi memoria, como si nunca nada hubiera cambiado. Como si todo fuera ese instante en el que todo era perfecto.

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