New York State of Mind

Es Nueva York una ciudad hipodérmica. Se cuela bajo la piel. No te envuelve, no. Nueva York se te mete dentro, pasa a formar parte de ti. Nueva York es una ciudad indómita, rebelde, salvaje. Pertenece a quienes la habitan y a quienes están de paso, se deja querer, se deja admirar, saborear, escuchar... pero no pertenece a nadie porque nos pertenece a todos. Porque Nueva York es una ciudad que te acoge, que te acepta, que no te juzga. Es una ciudad donde todo parece posible, donde no existe el miedo al fracaso. La ciudad es el sueño, es por eso que sabes que cualquier cosa podría cumplirse aquí. Porque parece imposible sentirse a solas con la ciudad en medio de una Times Square abarrotado de gente. Y, sin embargo, pasa. De repente todo el ruido, los empujones, las prisas... todo desaparece y te quedas a solas en medio del corazón de la gran manzana, con el reflejo de las luces de neón en las retinas, como si por un instante el tiempo se hubiera detenido.Y esa intimidad lo es todo. De repente entiendes que Nueva York nunca será más que un amor platónico, jamás correspondido. Un segundo, un momento. Que la ciudad se deja despeinar por ti pero no te besa. Es de asfalto, como sus calles. De hormigón, como sus edificios. Dura, impertubable, inaccesible. Dañina. Nueva York te devorará si la dejas, advierten sus fachadas... pero no se dejará morder por ti, omiten.

Diario de Nueva York (índice)
Día 1: La chica del banjo
Día 2: Distancias
Día 3: Las ardillas de Washington Square
Día 4: Los patos de Central Park
Día 5: Reencuentros
Día 6: Lluvia
Día 7: De Harlem a Brooklyn
Día 8: Un paseo por Washington DC
Día 9: Empire State of Mind
Día 10: Mudanza
Día 11: Long Island
Día 12: Descubriendo Brooklyn
Día 13: Sábado de lluvia
Día 14: Smorgasburg
Día 15: Boston
Día 16: Roosevelt Island
Día 17: Philadelphia
Día 18: Bushwick
Día 19: La última noche
Día 20: Despedida y cierre