Sé la persona que te gustaría conocer


Posiblemente este sea el post más difícil de todos los que he escrito hasta ahora. No porque sea la primera vez que hablo de mí, que no es el caso, sino porque es algo que me costó comprender y, sobre todo, aceptar. Todo empezó hace unos meses, cuando me dieron el mejor consejo que me han dado en la vida: sé la persona que te gustaría conocer.

Recuerdo que fue una conversación larga, nocturna e internacional. Es curioso como una persona a mil ochocientos kilómetros puede cambiar más tu vida en un segundo que otras que han estado a tan sólo centímetros durante años. Yo acababa de lanzar un mensaje en una botella virtual esperando encontrar un refugio o un lugar donde esconderme. Lo único que quería era desaparecer porque no quedaba de mí casi nada tangible a lo que aferrarme. Huir, eso quería. Que alguien secara mis lágrimas y me dijera que todo iba a salir bien. Pero me encontré con aquella llamada. Con aquella pregunta: ¿a ti te gustaría conocer a una persona como tú? Y con mi silencio por respuesta.

¿Quién era yo? Ese era el problema. Ya no lo sabía. Llevaba tantos años plegándome para encajar en sus recovecos que había terminado por perder mi propia forma.Yo había dejado de existir para convertirme en aquel nosotros que ya no era nada. Y había vivido durante tanto tiempo con miedo a perderlo que no me había dado ni siquiera cuenta de que mientras tanto me iba perdiendo a mí misma.

Nadie quiere ser responsable de la felicidad de otro, seguía diciendo su voz al otro lado del auricular, lo que funciona es encontrar a alguien que ya sea feliz y seguir siendo felices juntos. ¿Yo era feliz? Supongo que la felicidad había dejado de importar. A veces es más fácil quedarse con una infelicidad soportable que arriesgarse a perderla. Terminas por acomodarte y a creer que eso es ser feliz. Pero la felicidad no es conformismo, aunque tendamos a confundir ambos términos con frecuencia.

Mi problema de base era que yo había asumido como cierta una afirmación que no lo era. Hay mentiras que se disfrazan de verdad a golpe de repetición y yo había estado sumergida de lleno en una. Mis ojos habían dejado de ser mis ojos para convertirse en el reflejo de los suyos. Yo ya no me veía a mí, veía lo que me habían hecho creer que yo era.

No, no me hubiera gustado conocerme entonces. Era poco más que un fantasma. Todo lo que tenía era un no inmenso y un montón de miedos. Tienes que enamorarte de ti misma,  susurró el auricular, ser la persona que te gustaría conocer. Y, en aquel momento, aquella afirmación me pareció un mundo.

Lo curioso es que no fue tan complicado como me pareció en un principio. En realidad yo ya era esa persona, pero no lo recordaba. Había pasado tanto tiempo siendo otra que lo había olvidado. Pero esa que era yo antes de aquel nosotros seguía bajo la superficie. Sólo necesité arañar un poco para encontrarla. Reestructurarme. Reconstruirme. Rescatar lo que me gustaba de mí y sacarle brillo de nuevo.

No es fácil. Nunca es fácil aceptar que te dejaste vencer. Que te perdiste. Que te sumergiste en el agua y te dejaste llevar por la corriente. No es sencillo entenderte fuera del contexto que te ha contenido durante años. Hay días en los que, pese a todo, te miras en el espejo y aún esperas verlo. Días en los que sientes ese miembro amputado, ese fantasma que formaba parte de ti. Hay días en los que todo es cuesta arriba y parece que tuvieras agujetas, pero aún así caminas. Porque no te queda otra. Porque no eres de las que se rinden. Puedes doblarte, pero no romperte. Y, al final del día, recuperas tu forma.

Aquella noche, tras colgar el teléfono, creía haber entendido lo que acababa de escuchar. Lo creí durante meses. Hasta que un día me desperté y me sentí rara. Ya no me faltaban partes, era como si de repente estuviera completa. Y comprendí de golpe lo que había malinterpretado meses atrás. Sé la persona que te gustaría conocer. Conviértete en esa persona y ya no necesitarás encontrar a nadie que te complete porque ya estarás entero. Y sólo entonces podrás dejar de buscar porque ya te habrás encontrado. Sólo entonces verás las fisuras de cada puzzle que trataste de construir anteriormente, porque las piezas pueden encajar, sí, pero nunca serán una sola.Y sonreirás al comprenderlo.







5 comentarios:

algú dijo...

Me has hecho llorar.

algú dijo...

Me has hecho llorar.

Sara dijo...

Espero que de una manera positiva al menos. Gracias por pasar a leerme ;)

Anónimo dijo...

Un resfriado en el corazón q por fortuna se cura
Me fascina el post, me removió!
Te sigo leyendo

Anónimo dijo...

Increible y muy motivante, gracias