La mala suerte de ser piscis

A una hora del cierre de la edición, Álvaro aún no sabe qué le deparará el destino a Piscis. Está cansado e indignado, un poco con el mundo y otro consigo mismo. No consigue el ascenso que tanto esperaba, no ve reconocimiento alguno a su esfuerzo y, desde luego, no tiene interés alguno en ir de un lado a otro de la redacción cumplimentando las tareas más absurdas y detestables, precisamente las que nadie más quiere realizar.
Álvaro es, al cierre de esta edición, el chico de los horóscopos. En la edición de ayer le tocó redactar las necrológicas. Puede que mañana tenga suerte y le dejen la programación televisiva.
Lo cierto es que a Álvaro el destino de Piscis le trae sin cuidado. En realidad, ni siquiera cree conocer a un piscis. Su madre es Virgo, su padre Tauro y su hermana Libra. Él es Géminis. No sabe más horóscopos, de hecho, duda haber acertado con los que cree recordar. A Álvaro no le gusta el destino porque en algún momento del camino, le dio una puñalada por la espalda. Su destino le traicionó tras prometerle un futuro como periodista de prestigio, dejándole a medio camino entre el chico para todo y el chico absolutamente prescindible.
De un modo incomprensible, Álvaro odia a todos esos Piscis que no conoce. No quiere decidir que les sucederá en las próximas horas porque no lo sabe. Nadie lee los horóscopos, piensa. Entonces recuerda a Noelia, la chica tímida del archivo, la que siempre abre el periódico por el final para leer los horóscopos y, pese a desconocer por completo su horóscopo, decide que ella podría perfectamente ser Piscis y redacta su predicción con prisa y sin esmero.

El despertador de Leticia decide despertarla diez minutos antes de la hora habitual pero ella, despistada y adormilada como se ha levantado, no se percata hasta que al ir a salir de casa mira de reojo el reloj de la cocina y descubre que le sobra tiempo. En ese momento, recuerda que le había prometido a Carmen que iría con ella a ver esa película de alienígenas que tantas ganas tenía de ver. Con la esperanza de hacerla cambiar de opinión, Leticia aprovecha sus diez minutos de margen para pasar por el kiosco de prensa y comprar el periódico antes coger el tren. Cuando está apunto de pagar, recuerda que la noche anterior gastó su último mechero encendiendo el fuego de la cocina y pide uno rápidamente. Detesta las cerillas.
Una vez en su vagón, repasa rápidamente la cartelera. Las opciones se reducen a la película de alienígenas que quiere ver Carmen y un drama lacrimógeno con el actor de moda por protagonista. Tras leer las sinopsis de ambas películas, Leticia repara en el horóscopo y aunque no cree en el destino, decide que leer el suyo tampoco podrá hacerle daño.
Según su horóscopo hoy llegará tarde al trabajo. Un cambio de planes a última hora le dará una grata sorpresa y, si elige correctamente, encontrará el amor en el sitio más inesperado.
Una predicción absurda, piensa Leticia. Es imposible que llegue tarde al trabajo cuando ha salido más temprano que nunca de casa y, desde luego, nadie encuentra el amor porque lo diga su horóscopo.

Manuel no duerme bien últimamente. Desde que su mujer le abandonó, pasa las noches en vela intentando descifrar los motivos de su huida. A veces, le parece sentirla caminando por la casa y se levanta de la cama para buscar el sonido de sus pasos desesperadamente. Sus compañeros de trabajo le dicen que tiene mala cara pero él no puede hacer nada para disimularlo. No miente, pero tampoco cuenta la verdad. Dice que no duerme bien sin más.
Las pastillas que le recetó el médico no sirven de nada ya. Su estado es de insomnio permanente y nada, salvo el regreso de su mujer, podrá remediarlo. Está solo y él no es una persona acostumbrada a la soledad. Las paredes de la casa se caen sobre él como afilados cuchillos buscando acabar con su patética existencia. A Manuel el cansancio se le escapa por cada poro de la piel y, aunque sabe que debería cogerse la baja, no deja de ir a trabajar porque siente que es lo único que le mantiene en pie.
Esa mañana está más decaído que de costumbre. Hace un mes exacto que su mujer le abandonó y el trágico aniversario se está convirtiendo en una tortura para él.
Matías, su compañero, se ofrece a cubrir su trayecto pero Manuel se niega. No estoy tan mal, asegura. Pero su mirada dice lo contrario. Inicia el viaje sin complicaciones. Primera parada, segunda parada, tercera parada… y, de repente, una imagen se cuela en su retrovisor. No acierta a saber si realmente se trata de su mujer o es una simple alucinación por culpa del cansancio. Sea como sea, Manuel está tan sumamente derrotado que para el tren y baja de su cabina mientras los pasajeros que permanecen ajenos a su movimiento, siguen subiendo y bajando de los vagones. Manuel recorre rápidamente la estación siguiendo a la mujer que podría o no podría ser su mujer pero, cuando quiere alcanzarla, una desconocida se gira y le mira con extrañeza. Abatido, vuelve al tren y reanuda la marcha, haciendo caso omiso a las protestas que los pasajeros empiezan a realizar por el retraso. Quince minutos, piensa, no es grave.


Hace tanto tiempo que no sale, que Carmen tarda casi media hora en decidir que se pondrá para ir al cine. La blusa blanca con los pantalones negros se le antoja demasiado arreglado y, con vaqueros, demasiado informal. Finalmente, opta por un jersey malva y descarta la blusa. Los vaqueros van perfectos.
En ese momento, emiten en televisión el trailer de la película. Se alegra de haber convencido a Leticia de ir a ver la de alienígenas. No tiene el cuerpo para dramas y menos aún si son de llorar. Desde que dejó a Manuel, está terriblemente sensible.
No entiende como su vida ha llegado a ese punto. Ella, una mujer madura y felizmente casada, decide dejarlo todo de la noche a la mañana. Si lo piensa bien, ni siquiera sabe porqué dejó a su marido. Era aburrido, era siempre lo mismo y necesitaba encontrarse a sí misma. Mira a su alrededor. La casa está desordenada y caótica, como si la maniática de la limpieza que había sido se hubiese quedado en el mismo lugar que la devota esposa que amaba a su marido. Ahora no era nada de lo que había sido y, por alguna extraña razón, se sentía más viva de lo que jamás había estado. Se siente un poco sola, eso sí. Ha quedado con alguna compañera de trabajo para ir a tomar algo y también con las chicas de yoga. Sale y trata de divertirse, pero no puede dejar de sentir que en realidad, todos la apoyan porque tienen pena de ella. Es triste que tengan pena de mí, piensa, pero más triste sería quedarme en casa amargada.
Abre la puerta de casa dispuesta a marcharse cuando el teléfono comienza a sonar. No suele cogerlo temiendo que sea Manuel pero, pensando que quizás sea Leticia para anular su cita, descuelga.


Leticia cuelga el teléfono abatida en la puerta del cine. Plantada a última hora, piensa. Es como si el maldito horóscopo tratase de reírse de su incredulidad. Con las entradas ya compradas y ninguna gana de entrar sola a ver la película que, por cierto, ni siquiera ella ha elegido, decide marcharse. Entonces cae en la cuenta de que su amiga Noelia trabaja muy cerca de allí y, si no recuerda mal, suele salir bastante tarde. La llama al móvil pero está fuera de cobertura. Eso le da la pista definitiva, siempre que está trabajando, Noelia tiene el móvil sin cobertura. Esperanzada, decide ir a buscarla y probar suerte. Lo único que tiene que perder son las estúpidas entradas.

- Maldito horóscopo.

Por un momento, cree que se le ha escapado un pensamiento en voz alta pero, cuando repasa mentalmente la frase se percata de que no ha sido su voz la que la ha pronunciado. Entonces mira alrededor buscando a su propietario.
Está apoyado en una de las salidas de emergencia, tratando de encender un cigarrillo con un mechero que, por su sonido, no tiene gas. Leticia busca el mechero que compró por la mañana en el bolso pensando que, si eso no es inesperado, nada lo es.



Cuando por fin consigue encender el cigarrillo, Álvaro le da una calada y lo tira. La oportuna desconocida le mira con desconcierto y él la responde con una sonrisa resignada.

- Lo estoy dejando.

La chica pone los ojos en blanco y guarda el mechero en el bolso con movimientos lentos, como si estuviese ensayando una coreografía de ballet. Álvaro se queda hipnotizado observándola. Cierra la cremallera, coloca la correa, se mesa el cabello… Hay algo en cada uno de sus movimientos, algo que no acierta a comprender. Es como si algo o alguien tratase de enviarle un mensaje a través de aquellos gestos inocentes. Una señal. Absurdo, se recuerda, yo no creo en el destino.

- ¿Esperas a alguien?

La chica, que hasta el momento permanece callada y quieta a una distancia prudencial de él, comienza a dar pequeños pasos en círculo. Parece que está sopesando la idea de responder o salir corriendo.

- En realidad sí. Venía a ver a una amiga, para invitarla al cine. Tengo dos entradas. Iba a ir con alguien pero no vino y entonces yo recordé que ella trabajaba cerca y…

Parecía nerviosa, mezclaba las palabras y daba demasiadas explicaciones. Le resultaba ciertamente cómico y, a la vez, fascinante ver como se trababa la lengua con sus propias frases enrevesadas.

- ¿En qué departamento trabaja tu amiga? – la interrumpió tratando de echarla un cable.
- Archivo. Se llama Noelia, ¿la conoces?

Álvaro no sabe explicar que resorte se acciona en su cerebro para que, en ese mismo instante, todos los cabos comiencen a atarse y una idea completamente disparatada asalte su mente. No quiere decirlo pero antes de que consiga controlar sus palabras, estas salen a borbotones de su garganta. Solo existe una respuesta que pueda otorgar significado a toda esta locura, piensa.

- ¿Qué signo zodiacal eres?

La chica del mechero, la chica sin nombre de los gestos delicados y las palabras impacientes está realmente intranquila. Abre los ojos exageradamente, se muerde el labio inferior, retuerce el anillo de su dedo índice y, con una voz que parece haber encontrado la única verdad que descansaba entre un puñado de mentiras, sentencia el final de su historia.

- Piscis.

10 comentarios:

Charro dijo...

Sublime. Genial. En serio, que buena eres. Me ha encantado. ¿Has escuchado "sólo son vidas" de Xhelazz? Si tu respuesta es no, ya estas tardando! xD Bueno, todo el disco El soñador Elegido es buenísimo.

"Sólo son vidas,
te has parado a pensar qué parecidas son la tuya y la mía?
sólo son vidas."

Martes 13... ni puta cuenta xD
Cuánta razón tienes... pensar... me parece una ocupación perfecta.

celemin dijo...

Un piscis tiene una personalidad tranquila, paciente y amable. Son sensibles a los sentimientos de los demás y responden con simpatía y tacto al sufrimiento de los demás. Son muy queridos por los demás porque tienen un carácter afable, cariñoso y amable, y no suponen una amenaza para los que quieren tener puestos de autoridad o mayor popularidad. Suelen asumir su entorno y sus circunstancias, y no suelen tomar la iniciativa para resolver problemas. Les preocupan más los problemas de otros que sus propios problemas.

Los Piscis tienden a existir de forma emocional más que de forma racional, de forma instintiva más que de forma intelectual. No les gusta sentirse confinados y no respetan las convenciones así por las buenas. Pero tampoco tienen la energía o la motivación para luchar contra el poder establecido.

Los piscis muchas veces se retiran hacia un mundo de sueños en el que sus capacidades pueden aportarles beneficios. Tienen una gran capacidad creativa artística.
Ver también: Como conquistar a Piscis...



No veo la mala suerte por ninguna parte ;-)

Bruja24 dijo...

Jo, mientras leía, es como si estuviese viendo las imagenes de lo que sucedía, como un corto que mezcla la vida de los personajes y va enlazando sus destinos, guiados por un horóscopo dejado al azar...
Me ha encantado la historia!
Besitossss.

Virginia Vadillo dijo...

Me ha encantado!! Simplemente, engancha. Y eso es lo más importante de un cuento, no?
Yo le cambiaría el título, porque no creo que ninguno ahí tenga mala suerte XDD
Me quedo con el personaje de Álvaro (a menudo a una hora del cierre yo tampoco sé qué coño pinta piscis en la vida XDDD)
Un beso!

Dara dijo...

Cómo no. Encantador.

La mayor de las casualidades, o, quizás, El Destino.


Un miau grande

Metalsaurio dijo...

Muy buena la historia.Me ha encantado.

Anónimo dijo...

Yo soy tauro y también miro los horóscopos siempre. Je,je, costumbre que cogí de mi hermana. Aunque, éso no creo en ellos, ni en el destino. No creo que el destino esté ya moldeado para cada uno de nosotros, sinó que nosotros mismos lo vamos creando a nuestra manera, poco a poco. El destino no está escrito en ninguna parte. Y en cuanto al hombre que le abandonó su mujer, yo también he pasado por una mala experiencia amorosa, aunque, no es igual pero, me siento así, ignorada, abandonada.

Besitos. Ah! Por cierto, me he cambiado la dirección del blog. Te la dejo aquí. Vale?

http://www.gotasdediluvio.blogspot.com/

Besitos.

SAMER K dijo...

Sin palabras, nunca habia pensado de esa manera sobre el horoscopo de un periodico. A decir verdad soy muy supersticioso pero en el horoscopo no me fijo mucho. Aun asi supongo que acertaran alguna vez. Aunque en este caso creo que Alvaro escribio su destino...

Esther dijo...

Qué chula que está tu historia :) La Noelia esa, se parece a mí, coincide en todo, excepto en el trabajo. A mí tb me gusta mirar los horóscopos, aunque no crea especialmente en ellos ni deje de creer pero, me gustan y me encantan, no sé por qué y la verdad es que en eso sí que coincido con los Tauros que nos gustan todas esas cosas. No descarto ni apruebo nada, mientras no se demuestre que algo es mentira o verdad... ...pero, me gusta y me gusta intentar creer en cosas, lo necesito, aunque lo más probable es que sean mentira.

Saluditos.

Pugliesino dijo...

Fantástico todo Sara!
La narración,el como vas interrelacionando historias,los personajes,describes situaciones tan reales que uno no sabe discernir entre la casualidad o el destino.
Tal vez el horóscopo no sea sino esa delgada línea que separe ambos.
Sí, fantástico relato!
Un abrazo!

Bueno,una cosa es cierta en los horóscopos :p y es que siempre ponen de nº1 a aries

aunque sirva de poco para saber como es lo de los seguidores :s