Me gusta quedarme toda la noche en vela leyendo porque una
historia me ha atrapado de tal manera que no puedo dejarla a medias. Dejarme
llevar por la cámara y encontrarme con momentos que no hubieran existido si yo
no hubiera estado allí para atraparlos. Que me cuenten que sonrieron con algo
que yo escribí. O que lloraron. Que confíen en mí. Que me deseen buenas noches.
Contar una de mis muchas teorías y que la persona a la que se la estoy contando
abra mucho los ojos, como si yo acabara de poner palabras a un pensamiento que
ya tenía. Apasionarme por las cosas que me gustan de verdad. Contagiar esa
pasión a otra persona. La sincronicidad. Las conversaciones sin relojes ni
smartphones involucrados. Bailar. Descubrir que puedo hacer algo que creía que
no podía hacer. Dormir (principalmente la siesta).
Indentar. Inventarme diccionarios
enteros. El chocolate. Los regalices de cereza. Que me descubran una película,
un libro o una serie absolutamente perfecta que yo desconocía. Quedarme en el
coche aunque llegue tarde porque en la radio están poniendo esa canción que me
gusta tanto. Las discusiones que me obligan a pensar. La impuntualidad cuando
estoy esperando con un buen libro o una lista de música que alguien ha grabado
para mí y aún no he escuchado por completo. La sonrisa de mis sobrinas.
Aprender cosas nuevas. Cocinar. Sobre todo la repostería. Que me digan la
verdad, aunque a veces duela. Ese grado de amistad en el que puedes decir lo
que piensas sin pararte a pensar lo que vas a decir antes. Las zonas libres de credulidad.
Sonreír. Las listas. Volar. La comida de los aviones (por forma, no por sabor).
Los pequeños detalles. Encontrar algo que creía perdido. El orden. Sorprender.
Las croquetas. Despertarme antes de que suene la alarma porque ya no tengo
sueño. Reírme a carcajadas. Volver a ver a alguien después de mucho tiempo y
sentir que todo sigue igual. Saber que puedo confiar en alguien. Escuchar.
Despertarme con el mismo pensamiento que tenía en la cabeza cuando me dormí.
Las matemáticas. Más aún, las matemáticas cuando se mezclan con la literatura.
Sumar. Sentir que estoy haciendo bien las cosas. Y, sobre todo, me gusta la
sensación de no querer estar en ningún otro lugar, en ninguna otra vida, en
ningún otro momento… la sensación de que todo es perfecto aquí, ahora, conmigo.
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